miércoles, 29 de diciembre de 2010

mmm…

Daba una ponencia sobre domesticación de masas en una conocida universidad. Al terminar mi exposición, el moderador indicó al público que me dieran una fuerte ovación de pie. Así lo hicieron.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Cinetosis

Pobre Jorge, jamás podrá disfrutar del placer de leer o jugar videojuegos en medio de un tornado.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Meteoro(dialecto)logía

Se encuentra un fenómeno meteorológico flotando en la atmósfera muy cerca de otro fenómeno meteorológico desconocido. Como es necesaria la interacción al compartir un espacio determinado, éste recurre a los sistemas para entablar conversación, remontándose a la forma más básica de romper el hielo, y pregunta: - ¿Qué tal la humanidad el día de hoy?

sábado, 18 de diciembre de 2010

El contrato

El amor (entendido de la más mundana manera) es un contrato en que las partes contratantes no reconocen de manera clara cuáles son sus papeles y todas las clausulas están en letras pequeñas.

viernes, 17 de diciembre de 2010

“Todo lo que pido, todo lo que quiero está junto a ti”

Así que pásame de una buena vez el control remoto y las palomitas y déjame ver en paz la película.

La última esperanza

Ayer mi mamá descubrió, que la pajarita australiana que tenía alrededor de un mes sin salir del nido, estaba muerta.

Abrió la jaula azul, metió la mano y el pequeño macho empezó a aletear desesperado, y mi madre le hablo suave para tranquilizarlo, destrabó el nido y lo sacó.

Ahí estaba. Sólo se divisaba la cola y sus alas, estaban en posición ascendente, como si fuera una pendiente hecha de cielo, y de tormenta, con sus plumas azules, blancas y negras.

Pobre.

Así estaba, seca, inmovil, como si fuera la magna obra de un taxidermista, que siendo tan pequeña y sin siquiera tocarla, hubiera logrado preservarla en ese estado y en esa misma triste posición.

Me puse a meditar en torno a su vida y muerte.

La recordaba revoloteando por el nido.

Llegó ya grande a mi casa y con un macho propio.

Tuvo un hijo con él y luego él murió.

La dejamos con su hijo en la jaula y metimos a otro machito. Al parecer esto fue incómodo para su cría pues se alborotaba y peleaba con el otro macho, a la mínima intención de éste hacia la hembra.

Así fue como terminamos sacando al hijo de la jaula y comenzó su etapa de delirio.

No había día en que no viéramos el revuelo de los dos pajaritos inmiscuidos en los estragos del amor, ella cantando y él aleteando con todas sus fuerzas.

Pero el macho a diferencia del otro tenía una falla. Por más que pisaba a la hembra, ésta nunca pudo ver, que uno sólo de los huevos que empollaba, se abriera.

Poco a poco creo que esto fue desmoralizándola, y llegó el punto en que su vida se volvió solamente, comer, copular, empollar.

Empollar para sólo mirar su fracaso, tomar el huevo entre sus alas, generalmente junto con otro tres huevos iguales, y lanzarlo fuera del nido.

Y era constante su intento por gozar de nuevo del placer de ser madre, pero nunca lo pudo lograr.

Creo que la última vez que dejó que el macho subiera en ella, la tomara desde atrás, empezara ese forcejeo que casi hubiese sido considerado absurdo, y ella fuera al nido, dio lo mejor de sí, se entregó completa a esta última vez, se internó de nuevo, como tantas veces ya lo había hecho dentro del nido, y vio el huevo, y esperó, y esperó y esperó aunque el hambre la hubiese estado carcomiendo, aunque las inclemencias del clima la obligaran a salir, y esperó como nunca podría esperar jamás porque la espera se volvió cita y con el afán de conocer el milagro de la vida otra vez, ofrendó inútilmente, la suya.

jueves, 16 de diciembre de 2010

VilVampiroVegetariano

Luis se despierta y se levanta de la cama.

El Sol le da de lleno en su glauco rostro y provoca que le duelan sus ojos esmeraldas.

Su escueta figura se escurre al excusado.

Desagua su transparente élixir renal, gira la palanca, y mira cómo se va sin poder diferenciarlo del agua corriente.

Baja las escaleras, saltando escalones manchados de rayos de sol.

Se hace su licuado con nopal, apio, piña, avena, jugo de toronja, jugo de naranja, betabel y CLOROFILA.

Lo sirve en un vaso, lo bebe, y mira por la ventana.

¡Sus árboles no están!

Sale de su casa, los busca y no hay ninguno, sólo hoyos y tierra que se aleja por la vía.

A pesar de lo inhóspito de su hogar se ha vuelto victima sin victimizar nunca.

Entra desilusionado a su casa, ya que su correcta vida no lo exime de la injusticia.

A lo lejos van caminando sus árboles trabajosamente, con sus raíces arremolinadas, pero con premura.

Uno mira hacia atrás, vuelve su vista al frente y le dice a otro:

"Nos salvamos"

domingo, 12 de diciembre de 2010

Phobos

Es mediodía. Te encuentras mirando a las nueve en punto. Giras la cabeza ciento ochenta grados y la divisas a la distancia. Con su andar de vals, su falda almidonada remarcando las curvas de sus caderas, sus pobres zapatos de hombre, sus rotas rodillas de infante pleno, sus senos de futura madre espléndida debajo de la blusa color de rosa, su aroma a té de hibisco que aunque no hueles crees poder ver en el halo que rodea su cabeza, proviniendo seguramente de su cuello cisne en primavera, su cuello que de tus labios fue rivera, su barbilla cascada y su boca lago en el que tu lengua y su aliento jugaban. Y sus ojos, ¡malditos sus ojos por las bendiciones que en ellos recayeron!, sus ojos que te permiten develar el futuro, con todos tus hijos nonatos dibujados en ellos, los ojos de tu porfiria. Aún está lejos pero ya su voz está haciendo mella en tu oído. Agitas la cabeza para que no entre desde sus labios su voz celestial sonido, y lo único que logras que esas sílabas fugaces, sin sentido, que alcanzaste a escuchar, remuevan aquellas silabas concretas que estaban ocultas en tus más recónditos anhelos. Surgen de nuevos sus te quiero, sus suspiros, sus me muero papi que me muero que me estás desgarrando por dentro, sus llantitos de niña mimada, y es en este momento que crees que vas a llorar, que te contienes, cierras los ojos con fuerza comprimiendo tus lacrimales, y las nimias gotas saladas se te resbalan por dentro, bajando poco a poco detrás de tus mejillas, acumulándose alrededor de la comisura de tus labios, provocando una molesta flexión involuntaria, una estúpida y triste mueca de dolor. Pareciera que puedes verte desde fuera y decirte "Ridi, Pagliaccio".

Entonces recuerdas que ella se acerca, y tu cuerpo te traiciona, se mueve, dirigiéndose hacia ella desde tu lugar, no caminas, sólo esperas con la desesperación del que esperando lleva tanto tiempo que nunca pudo des-esperarla, y ruegas a todos los dioses y a los mil demonios que ella no sepa o que no haya aprendido o que no comprenda aún el arte infalible de leer los cuerpos y de entender las caras y sus gestos, para que no descubra la agonía resguardada en la media luna decreciente decaída empotrada en tu boca; el nudo abultado en tu garganta de todo lo que de todo lo que te has privado de decirle desde el día fatídico en que la perdiste; el rubor de deseo encendido que cubre cada centímetro de tu cuerpo que el campo de su presencia roza resultado de la maldita memoria corporal, y esa ansiedad de 6 de enero que traes encerrada tras los albos nudillos de tus puños apretados.

No entiendes, no soportas esto que te sucede, y muy dentro de ti, buscas, acusas, señalas, humillas, escupes, y saturas de vejaciones a tu persona. Y clausuras cualquier tentativa de huir, porque ya la tienes a dos metros de tu mirada, de tu voz, de este mismo dolor, de este mismo sufrimiento, que ahora que está justo enfrente tuyo, tienes que olvidar, dejar de lado, para controlar además toda esta vorágine de emociones, este caos sentimental, esta mierda desconsiderada y tan considerable que ha venido deviniendo en estos instantes, ESTA PUTA PINCHE Y PANTAGRUÉLICA PARAFERNALIA PREVIA A UN "HOLA".